Portada libro La primera noche de la vida
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___Recuerdo perfectamente el día en que mi madre me llevó a ver Ben-Hur, la vieja película de 1959 protagonizada por Charlton Heston y dirigida por William Wyler que ganó once premios Oscar. Duraba más de tres horas y había un intermedio en el cual se podía ir hasta la dulcería a comprar un refresco y algo de comer. En algún momento del filme el príncipe Judá Ben-Hur descubre que su hermana y su madre están enfermas de lepra. Como la historia transcurre en la época de Jesús, estas dos mujeres son expulsadas de la ciudad y deben refugiarse en unas cuevas en las afueras de Jerusalén. Viven enterradas en vida en medio de una sociedad de enfermos que se esconden del mundo exterior para no ser apedreados. Son escenas conmovedoras que me estremecieron profundamente en mi infancia y que me dejaron una huella imborrable.
___Más tarde, en mi adolescencia, leí Papillon, la novela acerca de un preso que logra escapar de la cárcel de Cayena en la Guyana Francesa. En algún momento, este fugitivo se detiene en una isla pequeña para reparar un bote y aprovisionarse antes de lanzarse a mar abierto. Lo que agarra por sorpresa al lector es que en la isla solo viven leprosos. Son seres deformes que están pudriéndose en vida. Y en un momento dado, uno de ellos le ofrece una taza de café al protagonista y este ve un dedo amarillento pegado en el asidero. El enfermo se da cuenta y le dice:
___– Tranquilo, es lepra seca. No es contagiosa.
___En ese entonces, los leprosos de Agua de Dios, un pequeño pueblo a dos horas de Bogotá donde quedaba un leprocomio, solían pasar de casa en casa pidiendo ropa y zapatos para su congregación. Solían hacer negocios en la Plaza España y así recoger algo de dinero para sostenerse. Para mí eran seres que parecían sacados de la película de Wyler o de la novela de Henri Charrière.
___Alguna vez, incluso, haciendo trabajo de campo para escribir un relato, fui hasta el viejo lazareto de Agua de Dios para conversar con los enfermos que habían sobrevivido a esta dolencia. Mi objetivo era escribir un texto sobre Luis A Calvo, el músico colombiano que contrajo la enfermedad y tuvo que recluirse en ese sanatorio durante años, donde compuso gran parte de su obra. De hecho, hoy en día, hay una estatua suya en el parque central de esta población.
___Luego descubrí que el Che Guevara, que era médico de profesión, dedicó buena parte de su juventud a visitar hospitales donde se trataba a los enfermos de lepra. El Che era un experto en la enfermedad de Hansen y recorrió varios países aprendiendo de los infectólogos y dermatólogos que sabían tratar y aliviar los nefastos efectos de esta bacteria.
___Y hace poco, gracias a mi amiga Zoraya Peñuela, descubrí a un escritor japonés que fue diagnosticado con lepra cuando tenía escasos diecinueve años de edad: Tamio Hojo. Este nombre es un pseudónimo para proteger a su familia de la vergüenza de tener a un leproso entre los suyos. Su libro, La primera noche de la vida, trata acerca de ese primer momento, cuando llega al sanatorio con una maleta y sabe que nunca más volverá a salir de allí. Durará tres años recluido hasta su muerte en 1937. El libro es una descripción deslumbrante del horror de ver cómo nuestros cuerpos nos traicionan a veces y nos conducen a unos umbrales de sufrimiento difíciles de enfrentar.
___Tamio Hojo fue descubierto por el gran escritor japonés Yasunari Kawabata y su libro se enmarca en una corriente de la narrativa japonesa que yo no tenía ni idea que existía, la literatura de la lepra, y que espero ir explorando poco a poco para ver cuáles son sus características y su influencia sobre los escritores japoneses más reconocidos.
___En una época como esta, en la cual la gente linda nos abruma con su belleza de gimnasio y propaganda, y en la que los multimillonarios están haciendo hasta lo imposible para convertirse en transhumanos, conviene recordar la frágil materia que compone nuestra miserable condición humana.
