Cartel oficial de la serie en Netflix
___
___Apenas terminamos de rodar las dos películas sobre el detective Frank Molina (Los Iniciados y Diario de las Sombras), el productor Rodrigo Guerrero, con quien también habíamos hecho Satanás varios años antes, me habló de la posibilidad de realizar una serie con Netflix sobre Campo Elías Delgado, el asesino de la masacre de Pozzetto. Esta vez no nos centraríamos en la novela que yo escribí, sino que iríamos a la figura del asesino e intentaríamos adentrarnos en su psicología más profunda. La idea me entusiasmó. Le propuse que contáramos la historia de él como estudiante de Literatura y sus sueños de convertirse algún día en un escritor. Rodrigo tiene esa curiosa virtud de empezar a armar una película en cuestión de minutos y empezó a tomar notas en su tableta de trabajo.
___ A los pocos días me dijo que Andrés Parra, el gran actor que había hecho de Frank en las dos películas que acabábamos de rodar, estaba interesado en el papel de Campo Elías. Nos entusiasmamos enseguida porque del mismo modo que Andrés es capaz de hacer comedia y encarnar en personajes divertidos y ligeros, también tiene una zona oscura que lo conecta con personajes aterradores. A los pocos días estábamos reunidos los tres hablando de cuál sería nuestro plan de trabajo y la línea que seguiríamos para realizar la serie.
___Había, sin embargo, un gran problema: ¿quién la escribiría? Un thriller televisivo dividido en varios capítulos tiene un ritmo particular, unos modos, unas formas de conectar la trama que no son para cualquier guionista. En este caso, además, necesitábamos a alguien que conociera un poco el mundo que pensábamos retratar, aunque, al mismo tiempo, debía saber desmarcarse de los hechos históricos y construir un universo propio. No haríamos un documental sobre la masacre de Pozzetto, sino que crearíamos una serie de ficción basados en los hechos reales. Por eso lo primero que determinamos fue cambiarle el nombre al personaje para distanciarnos del sujeto de la vida real.
___Pocos días después, Rodrigo me llamó y me dijo: Listo, tenemos guionista, Ana María Parra.
___Me alegré enseguida. No podía haber nadie mejor para este proyecto. Ana María pasó por las aulas de la carrera de Literatura de la Universidad Javeriana durante los años noventa. Debió ser muy difícil para ella entenderse bien con ese pénsum tan rígido y acartonado porque estaba inclinado, principalmente, hacia la teoría y la crítica literaria. En esos años se veía al estudiante de Letras con una óptica monacal de alguien que debe permanecer encerrado en la biblioteca, alejado del mundo y sus frivolidades. La academia no establecía conexiones entre la literatura y la política, la sociología o el psicoanálisis. Era una carrera encerrada en sí misma, claustrofóbica.
___Ana María, como todo el resto de los estudiantes, tenía que analizar los géneros y las formas literarias, pero sus intereses no iban en esa línea: ella anhelaba escribir guiones para cine y televisión. Y no soñaba con películas para intelectuales ni con programas especializados, sino con series y largometrajes que reflejaran la vida misma, sus contradicciones, sus dolores, sus melodramas más humanos y cotidianos. Sobra decir que el guion no existía como opción en esos años para los estudiantes de Literatura. Alguien como ella, con unos intereses tan particulares, se vio en la obligación de construir un camino propio, en solitario, lejos de las normas establecidas.
___Y quizás valga la pena recordar aquí los magníficos versos de Robert Frost:
___Dos caminos se bifurcaban en un bosque
___y yo tomé el menos transitado.
___Eso hizo toda la diferencia.
___Cuando Rodrigo me comunicó que ella sería la guionista de la serie que estábamos planeando acerca de Campo Elías Delgado, el excombatiente de Vietnam que había asesinado a veintinueve personas en Bogotá en el año 1986, me pareció una jugada maestra. Campo Elías había estudiado conmigo durante los años ochenta. Poco tiempo después, cuando yo era ya profesor de la facultad, Ana María frecuentaba esas mismas aulas y conocía a la perfección el particular universo de los estudiantes y los maestros de literatura. Era la guionista ideal.
___Las primeras reuniones no fueron fáciles. Nosotros buscábamos una serie urbana con ritmo policíaco, dura, callejera. Ana María proponía un ritmo más pausado, reposado, un comienzo expectante que nos permitiera ir subiendo el volumen poco a poco. Netflix, la plataforma con la que nos asociamos, defendió la propuesta de Ana. Nosotros acatamos esa decisión y fue lo mejor que pudimos haber hecho. Ella sabía perfectamente cuál debía ser el suspenso de una trama de ese estilo que iría descendiendo a los infiernos con un ritmo asfixiante.
___El equipo de escritura conformado por Antonina Kerguelén, Felipe Useche y Alejandro Convers, y comandado por Ana María, empezó a investigar todo lo relacionado con los años ochenta: la confrontación política, la toma y la retoma del Palacio de Justicia, la catástrofe de Armero, el exterminio de cada uno de los candidatos presidenciales de la izquierda en el país. También estudiaron a Campo Elías desde todos los puntos de vista, revisaron sus posibles trastornos mentales y escribieron a la Sociedad de Veteranos de Vietnam en Estados Unidos para confirmar si había participado o no en esta guerra ya legendaria. Fue un trabajo de minucia, de precisión milimétrica que reflejaba todo el profesionalismo del cuarto de escritura.
___Sin embargo, me sorprendí sobremanera cuando empezamos a debatir los primeros guiones. Desde mi perspectiva de novelista cuadriculado que trabaja siempre con un cronograma estricto, debíamos avanzar con un número de páginas exacto por semana. Me sonrío ahora al recordar cómo Ana María nos decía “sí, sí, tranquilos, ya estoy en ello”, cuando en realidad ella no estaba avanzando del modo que nosotros esperábamos.
___Lo que sucede en su cerebro es que primero conforma el universo, lo arma en sus detalles, en sus contradicciones, en su temperatura mental, en sus flujos narrativos. Es un momento de delirio inicial, de trance, de estado alterado de conciencia en el cual se entra en contacto con una realidad alterna. La guionista encuentra un intersticio en la realidad y se cuela por ese agujero para ir a vislumbrar un universo paralelo. No escribe, no diseña, no avanza: solo viaja mentalmente y se conecta con otro mundo.
___Luego sí viene el estallido creativo, que no tiene nada que ver con un número diario de páginas. Es empezar a poner por escrito aquello que se vio durante el viaje alucinatorio. Se trabaja en el capítulo primero, en el cuarto y en el sexto simultáneamente. Se revisan los arcos dramáticos, los puntos de giro, las revelaciones, todo. Se perciben las repercusiones en el capítulo tres de aquello que se dijo en el capítulo uno, se analizan las consecuencias de los sucesos, se corrigen los ángulos y las curvaturas de los personajes. La gestación parece confusa, una especie de bomba creativa que estalla sin lógica alguna. No es así. Lentamente, mientras se va decantando esa primera explosión, uno empieza a ver el diseño, el dibujo, el paisaje creado. Es muy impactante. Es toda una poética del caos.
___Creo que Estado de Fuga 1986 nunca hubiera sido lo que es sin esta particular manera de crear que tiene Ana María Parra, y que la asemeja a veces a un Action Painting a la manera de Jackson Pollock o de De Kooning. Sin embargo, el resultado final es un cuadro figurativo sombrío que nos evoca los colores y las atmósferas de un Goya melancólico y atormentado.
___Ahora, una directriz principal durante la construcción de la serie Estado de Fuga 1986 fue el concepto de Síndrome de Amok. Desde sus inicios, se ha considerado a los asesinos seriales como seres perturbados y psicóticos que están dañados mentalmente. Pero cuando empiezan a surgir los llamados asesinos relámpago los psiquiatras se dan cuenta de que las categorías anteriores no bastan para entender a este nuevo tipo de criminal.
___El asesino serial repite un patrón entre víctima y víctima, y, en efecto, sufre un alto grado de perturbación psíquica. Pero el asesino relámpago no: parece matar por razones sociales, indiscriminadamente, como si estuviera enviando un mensaje desesperado al resto de la humanidad.
___Fue entonces que los psiquiatras retomaron un tipo de delirio que hay en Malasia en el cual un individuo, agotado por el desprecio y el maltrato de sus congéneres, un día decide salir a matar en línea recta de manera indiscriminada. En los asesinos relámpago parece ocurrir lo mismo y eso significa que no se trata solamente de una psicosis, sino de alguna manera de un grado de corresponsabilidad social que nos compete a todos.
___Debatimos mucho con el equipo de trabajo este término para intentar retratar a una sociedad como la nuestra que una y otra vez repite los mismos patrones de agresión, maltrato y desprecio generalizados.
___Luego nos concentramos en Jeremías como un estudiante de literatura que sueña con ser un escritor. Esta vez revisamos mil veces de qué manera los libros y los autores que lo obsesionan van construyendo en su mente delirante a ese soldado que está preparado para una catástrofe y que considera al resto de la humanidad como especímenes débiles y pusilánimes que se comportan como una manada obediente.
___La imagen que tiene Jeremías de sí mismo es la de un hombre fuerte, inteligente y decidido que está oprimido por un sistema perverso que no deja espacio para los individuos mejor preparados. Él no se ve como un fracasado, sino como una víctima de un entorno mediocre que deja de lado a las personas mejor calificadas porque, realmente, no sabe qué hacer con ellas.
___Esta perspectiva fue la que adoptó Andrés Parra, el actor que encarna en la serie a Jeremías. Parra empezó a caminar y a hablar de cierta manera para transmitir ese exceso de confianza en sí mismo. Sin embargo, aunque Jeremías se siente como un soldado dispuesto a enfrentar cualquier adversidad, cuando se encuentra entre mujeres no sabe cómo comportarse y todas sus inseguridades inconscientes salen a flote. Esa dualidad se ve en la serie en las distintas escenas en las cuales él está con sus compañeras de clase, con su alumna o en la fiesta intentando acercarse a una de ellas que le atrae poderosamente. Incluso cuando está con la prostituta no logra conectar con ella tampoco. Es una disociación que le hace mucho daño y que lo destruye de mala manera.
___Carolina Gómez en el papel de Indira Quinchía es una de las actuaciones más valientes que he visto. Desprenderse de su belleza física, de su modo de hablar, de su femineidad natural para encarnar en una mujer callejera, taxista, sin familia, que anda entre hombres acostumbrados a la guerra, no era nada fácil. Y, sin embargo, ella logra transmitirnos esa crudeza de una mujer popular que ha logrado sobrevivir a un machismo estructural dañino y enfermizo.
___Finalmente, me gustaría subrayar aquí la actuación memorable de José Restrepo, que hace el papel de León, el amigo cómplice que sueña también con algún día convertirse en escritor. Toda su vida gira en torno a una pregunta: ¿seré capaz de escribir algo que valga la pena? ¿Soy un escritor, realmente? Y esa obsesión es la que lo llevará a acercarse a Jeremías, que, en lugar de buscar una catarsis por medio de la literatura, terminará convertido en un asesino relámpago.
___En más de una oportunidad la actuación de José Restrepo nos dejó impactados y muy conmovidos. No sé cómo logró adentrarse de un modo tan radical en su personaje, pero lo cierto es que él encarna al joven artista que debe descender a los infiernos para poder purificar ciertos pensamientos que lo atormentan.
___Espero que los espectadores disfruten esta serie y que los ayude a reflexionar un poco sobre el serio problema de salud mental que nos está afectando a todos a nivel mundial después de la pandemia.
