Portada edición de lujo Satanás
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___La edición conmemorativa de Satanás que acaba de salir a librerías tiene un diseño muy particular, no solo por los colores y las texturas, sino porque incorpora una especie de niebla oscura que se va tomando todo el libro poco a poco. El diseñador, Juan Felipe Sanmiguel, releyó la novela y se dio cuenta de que una atmósfera negra y pesada se iba apoderando poco a poco de la ciudad, de los personajes y de la trama. Por el otro lado, yo le conté que había escrito ese libro a mano, en lápiz Mirado número 2, algo que hoy en día parece un disparate, pues supone un ejercicio tremendo de artesanía literaria: borrar y reescribir manualmente, volver a escribir todo el manuscrito en el computador, corregirlo y reescribir nuevos apartes en pantalla. Una labor titánica que ya no se le ocurre a ningún escritor profesional, ni siquiera a mí mismo. Entonces Juan Felipe, de manera notable, incorporó algunas de esas páginas escritas a mano al diseño del libro. El resultado es una verdadera obra de arte.
También añadimos con mi editor, Andrés Grillo, una serie de pequeños textos que escribí a lo largo de los años acerca de la nueva violencia urbana. Nuestras ciudades son monstruos despiadados que nos fagocitan día a día sin darnos descanso ni respiro. No hay nada más alienante que trabajar todos los días en una fábrica bajo una lámpara agónica, regresar a casa agotado, ver dos horas de televisión o revisar videos sosos en la red, acostarse y levantarse al día siguiente para volver al mismo lugar. Y así día tras día, semana tras semana, mes tras mes. Esa presión, esa demolición del espíritu no solo es violenta, sino profundamente destructiva. Los textos de estas cincuenta páginas finales pretenden retratar este vacío que a todos nos está consumiendo lentamente, y que, de alguna manera, ya estaba presente en las páginas de Satanás en el año 2002.
Creo que el panorama de salud mental, en lugar de haber mejorado, es cada vez más crítico y desalentador. Cuando escribí el libro no existían aún las redes sociales ni este narcisismo patológico que ha venido transformando de mala manera a la gran mayoría de los usuarios. Una red como X, por ejemplo, es tan tóxica que ya varios periódicos muy reconocidos, como The Guardian en Inglaterra y La Vanguardia en España, han decidido retirarse y no participar más de esos mensajes de odio y agresión permanentes.
Lo que intento decir es que ese clima malsano de la novela, ese aire pestífero e inmundo, hoy en día está multiplicado por mil debido al pésimo uso de las redes sociales. No progresamos ni utilizamos la tecnología para aprender y convertirnos en mejores personas. Lo que hemos hecho es despertar nuestros prejuicios y nuestras bajas pasiones. Estamos atrapados en un dilema muy peligroso: en lugar de desarrollar nuestra inteligencia, nuestra capacidad crítica y argumentativa, lo que hemos hecho es exacerbar los vicios y las adicciones, los instintos y las pulsiones, al punto que parecemos estar involucionando a las lógicas tribales que parecían ya superadas.
Si hubiéramos hecho las cosas bien, si nuestra civilización se hubiera apoyado en la tecnología para crecer y agigantarse a todo nivel, un libro como Satanás lo veríamos hoy como un retrato delirante de un pasado que por fortuna quedó atrás. Pero no, es exactamente al revés: el libro es cada día más vigente porque nos confronta con un horror que viene creciendo a una velocidad alarmante: el horror a nosotros mismos. No progresamos, no mejoramos como especie. Somos una amenaza para los otros y para la estabilidad del planeta. Y, desafortunadamente, esa niebla que está en la carátula ya se extendió a todos los rincones del globo y nos está asfixiando hasta el punto de convertirnos en la peor versión de nosotros mismos.
